-¿Lo prometes?- dijo ella, solo lo miraba, contemplaba sus ojos color miel, ese cabello castaño y esa sonrisa con brackets, mientras sonreía y los pastos acariciaban su piel provocándole cosquillas.
-Claro. Tú y yo por siempre, no quiero a nadie más que a ti-le contestó el, mirándola fijamente a sus ojos marrón oscuro, contemplando sus rulos en su cabello tan negro y con reflejos como el cielo a la noche.
Él no mentía. De verdad quería que ella sea suya y de nadie más, quería entregarle su amor, verla reír, llorar, abrazarla, besarla, entregarle el 110% de él, contemplarla mientras duerme, actuar como niños.
-De veras no sé si creerte-le respondió la adolescente. Él solo quedó mirando fijamente sus ojos, que brillaban, en los que veía su reflejo, y sonriendo como un idiota. No supo qué hacer. Sólo respondió la duda de su "amiga" dándole un beso en esos labios delgados, suaves, dulces que tanto la habían esperado.
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